
16 May ABRAZANDO MI MATERNIDAD
El blog de este mes fué escrito por Laurita Calderón, una mujer, mamá, amiga incansable. Deseo que lo disfrutes tanto como yo…
Es difícil cuando eres madre no hablar de tus hijos todo el tiempo, aún más cuando decidiste estar con ellos cien por ciento, en un sentido pasas a un segundo plano. Por eso decidí escribir sobre mi primer año de maternidad con mi primer hijo. Podría contarte desde el embarazo, pero quiero hablarte desde el día que nació.
Mi hijo me llegó como el mejor regalo para mi arbolito, nació muy cerquita de Navidad (estaba para enero pero no quiso esperar). Cuando di a luz y la ginecóloga me lo pasó, aún unido a mí por el cordón umbilical, fue el momento más lindo de mi vida. Mi corazón late fuerte escribiendo esta historia… Realmente fue conmovedor.
Al día siguiente llegamos a casa. Ahí comenzó todo mi postparto. Había escuchado historias respecto a la depresión postparto y al baby blues, y pocas mujeres a mi alrededor (que ya habían sido madres) reconocían haber pasado por esto. Por eso quiero contarte sobre mi experiencia.
Fue muy difícil reconocer mi nueva vida con el nacimiento de mi bebé, darme cuenta de que mi tiempo no me pertenecía, ni siquiera podía decidir a qué hora bañarme. Era difícil saber que sólo contaba con los tiempos en los cuales él dormía. Todo el mundo me decía “aprovecha para dormir” pero no era capaz de controlar mi sueño, estaba tan cansada que tenía problemas para hacerlo.
Después de un parto, todo nos cambia, absolutamente todo. Dejamos de ser dueñas de nuestro tiempo, nuestro sueño y aún de nuestro espacio, para darle la bienvenida a un ser vulnerable que necesita que mueras a ti para que le des vida a él. Esa realidad fue muy difícil de aceptar.
Me sentía mal si dormía, me sentía mal porque no trabajaba, me sentía mal de sentirme cansada. Sentía que no iba a poder cuidar y amar a mi hijo como Dios quería que lo hiciera. Me aburría de la misma rutina todo el tiempo, y me sentía culpable de sentirme así, sin poder salir a tomarme un café o dar una caminata sola. En esa época algunas personas me decían: “tienes que soltarlo” “necesitas tiempo para ti, para tu esposo. Deja que otro te lo cuide un momento”. Así pensaba yo cuando estaba soltera, cuando éramos sólo dos, aun cuando estaba embarazada. Pero cuando nació todos mis pensamientos cambiaron, y todos mis miedos se despertaron. Aunque quería soltarlo, no podía. Quería cuidarlo, protegerlo, estaba llena de temores (muchos de ellos aún siguen) y estaba trasnochada, mucho. No se imaginan lo que la falta de sueño y la lactancia exclusiva pueden influir en tu estado de ánimo y la forma de asumir el día a día.
Mi etapa de depresión postparto o baby blues (porque no sé exactamente cuál viví) duró seis meses. Digo seis meses porque después de este tiempo sentí que empezaba a ser yo misma. Y aunque seguía cansada y con ganas de un día ser la bella durmiente, empecé con amor, gratitud y fortaleza a aceptar la nueva etapa en la que estaba y que no sabía cuánto iba a durar, pero todas las mamás me decían “disfruta esta etapa que se pasa súper rápido” y decidí hacerlo. Acepté desde lo menos importante (que mi casa nunca estaría igual o no saber cuándo podría bañarme temprano) hasta lo más trascendental (pasar muchos momentos de calidad con mi esposo y trabajar más seguido). Sigo aprendiendo que no tengo el control de mi vida ni la de mi hijo, pero Dios tenía el control en medio de todo ese caos y en eso descansaba.
Ahora estoy a puertas de recibir en mis brazos a mi segundo hijo. Puedo mirar atrás y decirte que era cierto lo que muchas mamás decían: “Disfrútalo, el tiempo pasa muy rápido” Mi hijo mayor tiene cuatro años y no puedo creer todo lo que hemos vivido juntos. Los miedos que tenía respecto a cómo pagar su educación, tener tiempo para mí; tiempo para estar con mi esposo y poder trabajar, Dios los fue resolviendo en su momento. No podemos controlar ni el presente ni el futuro, pero el amor de Dios es más grande que nuestros temores. Confía en él.
Si eres mamá por primera vez abraza el momento en el que estás con todo lo que eso implica. Ser mamá es algo hermoso, es un regalo que Dios nos concede. Nos permite conocer el amor en otra dimensión. Pero ser mamá por primera vez también es atravesar un duelo, mueres a muchas cosas de tu vida pasada para darle vida al hijo o hija que Dios puso en tus manos. También te invito a que hagas el duelo que tienes que vivir. Los dos momentos son importantes.
Si me lees y no eres mamá (o ya pasaste por todo esto) no olvides que es una etapa sumamente difícil. No juzgues, ama. Y por favor no presiones con el otro hermanito, para que no se lleven tanto, ¡qué pesar que está solito!, Creo que hay que respetar que eso sea parte de la pareja, nadie sabe la realidad que pasa en cada familia. Y aún más, no podemos controlar eso, ese tipo de comentarios sólo reflejan la necesidad de controlar hasta el tiempo que se deben llevar los hermanos. Dios tiene el control de nuestras vidas y debemos descansar en esa verdad día tras día.
Autora: Laura Calderón Barrios
@bylauracalderon
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