¿Por qué deberíamos orar? - Inspira
16527
post-template-default,single,single-post,postid-16527,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,vertical_menu_enabled,qode-title-hidden,qode_grid_1300,side_area_uncovered_from_content,qode-content-sidebar-responsive,qode-theme-ver-10.1.1,wpb-js-composer js-comp-ver-5.0.1,vc_responsive

¿Por qué deberíamos orar?

Escucho con frecuencia la frase “no queda nada más que orar”. Eso suena a que la oración es usualmente el recurso desesperado que usamos cuando, en nuestras fuerzas, no podemos hacer nada. Tratamos a Dios como nuestra última alternativa cuando, en realidad, debería ser la primera respuesta a cualquier necesidad que experimentamos en nuestra vida.

¿Por qué empleamos la oración como un botón de pánico que activamos solo en los momentos más difíciles? La realidad es que, hay una comprensión equivocada de la oración. Oramos para pedir, para quejarnos o para hacer un trato con Dios; “Oraré para que Dios me dé”. Esta visión materialista de Dios nos lleva a tratar su presencia como un seguro contra la tragedia o en ocasiones a ocultarnos de Él por vergüenza. No puedes persuadir a Dios a través de tu oración. Él, de antemano, sabe cuáles son tus necesidades y te dará lo que necesites, aunque no siempre sea lo que quieres.

La oración es una forma de relacionarnos con Dios. Es, tal vez, la forma más bella que conozco. Es una conversación frecuente que no tiene que ver con una postura corporal específica o un tiempo concreto. Para muchas personas es aburrido orar porque aún no han experimentado el placer de hacerlo. No te preocupes tanto por tener un tiempo de oración (necesario también), mejor pregúntate ¿Cómo puedo construir una vida de oración?

Cuando comprendas que Dios te ve, que anhela tu tiempo y atención, que te ama y extiende sus brazos a ti, sin importar lo que hayas hecho, que le importan tus asuntos más pequeños, entonces, tendrás ánimo para correr hacia Él. Lo encontrarás junto a tu cama, en el auto, en el metro, en la oficina, en el restaurante o en el gimnasio. Él jamás se esconde de ti. Quiere venir hacia ti. Recuerdas que mientras crees y oras, Dios teje tu historia. Ese es el motivo más grande: Al orar conoces a Dios de forma más personal, entonces, puedes confiar en Él.

De ser necesario escribe la una tarjeta, algunas peticiones de oración no solo en el plano de algo que deseas, sino en el plano de tu carácter. ¿En cuáles áreas de tu vida deseas ser renovada, restaurada o perdonada? Intenta usar tu propio lenguaje para conversar diariamente con un Dios que te ama, te ve y te espera.

Con amor,

 

Liliana.

No hay comentarios

Post A Comment

− 3 = 4